Observé sin decir palabra alguna como el Dr. miraba cuidadosamente las radiografías de mis pulmones, no supe como reaccionar cuando dijo en tono desalentador:
-¡Lo siento amigo pero usted tiene cáncer y ya no se puede hacer nada! En ese instante vinieron a mi mente las imágenes de mi mismo siendo apenas un adolescente cuando aspiraba mi primera bocanada de humo ¡Ah que delicia! ¿Y hoy esto? Fueron buenos momentos, pensé; miles de fiestas e infinidad de conversaciones sosteniendo en mi mano a mi compañero y posterior asesino silencioso. Salí del consultorio derrotado pero con el tiempo que me quedaba haría lo que siempre dude y temí “dejar de fumar” Ese vicio tonto de recoger humo y botarlo tres segundos después. ¿Y saben que? Me sentí bien de nuevo hasta que… Desperté en mi cama y vi que todo había sido un sueño por que allí sobre mi mesa de noche estaba mi cajita de cigarros y mi viejo encendedor cuidando el sueño que algún día ellos me darán eternamente…
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