Desde tu anunciada pero nunca aceptada partida, es increíble como he tenido que aprender a vivir escuchando la frase “la vida sigue” mientras el mundo avanza a ritmo acelerado tal cual “montaña rusa sin control” tratando de llegar a alguna parte y yo continuo aferrado a mi asiento sin poderme bajar.
Debo reconocer que desde el día que sonó mi celular aquella madrugada y recibí la fatídica noticia, me ha costado mucho aceptar “tu ausencia” a pesar de que todos crean que fui forjado en hierro y otras partes metálicas. Me costó mucho reconocer que “se había ido” el gran lazo que mantenía a esta gran familia unida a pesar de sus diferencias.
Pero en este año sentí que algo cambio y después de mucho meditar, comencé a apreciar que ya no estaba solo a pesar que en los momentos difíciles de mi vida solo vi “un par de huellas” en la arena de la playa, ya no sentía ese enorme vacío en mi pecho y las lágrimas que solía ocultar a los demás cuando pensaba en ti poco a poco se fueron desvaneciendo en mi rostro.
Y acepte que estaba protegido en tus brazos y me sentía bien, y comenzamos a salir a caminar, a conversar y a tratar mis problemas que después tú comenzaste a llamar “nuestros”. Y recuerdo que algunos me preguntaron ¿estás hablando solo Emilio? Y yo respondía rápidamente: ¡No vale solo pienso en voz alta!
Le doy gracias a Dios por haberte dado esta misión tan riesgosa que significa cuidarme y también gracias a ti por no echarte para atrás al ver el estado en que quedo mi ultimo ángel de la guarda. Pero es que el “jefe” es sabio, el sabia que necesitaría de tu temple, cariño, bondad, paciencia y amor para afrontar tan dura misión.
Pero hoy mi angelita, además de felicitarte por estar cumpliendo tu primer año terrenal en el cielo, exhibiendo esas hermosas alas con las que en las noches me cubres, tristemente he venido a despedirme.
-Si lo sé. Debo estar loco para hacer esto pero no te creas que no lo pensé mil y una vez eh.
-Tu no has hecho nada malo, todo estuvo perfecto. ¡Tranquila déjame terminar!
Es solo que veo tu cuerpo y detallo que tienes cicatrices mientras yo no tengo ninguna, y a pesar de que se que son por cuidarme y que las aprecias “porque cada herida de guerra significa una batalla ganada”
Pero es que en estos momentos Abuelita hay “ALGUIEN” que te necesita más que yo, porque lo he visto sufrir sin decir nada y lo he escuchado maldecir su suerte como yo también en el pasado lo hice, por eso quiero que visites el sitio donde vive, porque estoy temiendo por lo que le pueda pasar. El te tiene allí en un porta retrato chiquito y te espera. El me ha contado que en las noches sueña contigo pero no entiende tu mensaje, por eso mi viejita linda te despido con todo el pesar del mundo pero con la inmensa alegría de que vas a ayudar a alguien que me importa mucho.
Por favor no llores, que me haces llorar a mí, vete tranquila pero antes dame un abrazo grandote y recordemos este gran año que pasamos juntos. Porque sabes algo madrecita aquí, allá o en cualquier sitio en el que tú te encuentres siempre serás la mejor de todas.
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